Celestino Gutierrez Taza

• General Notes
  • Un personaje inolvidable para todos los que llegaron a conocerlo. De intachable conducta, honesto y trabajador. De él podemos decir que fue un hombre que supo honrar a la familia a la cual pertenecía.
    
    Fue en Clarines, un 29 de Diciembre, en la casita de La Loma del Viento, donde entonces vivía. El hombre, montado en un burro al que le sonaban mucho las charnelas del freno, llegó a la puerta de la casa y preguntó a María Begonia Martínez si sabía donde vivía Celestino Gutiérrez. María los recordaba muy bien: “Era un hombre delgado, blanco, de perfecciones finas. En la cabeza traía dos sombreros borsalinos, uno sobre otro”. El hombre le pidió que la llevara donde vivía Celestino, y salieron juntos, él en su burro y ella a pie, detrás de él. Cuando llegaron a la casa, Celestino estaba deshojando maíz, y ella lo llamó: - “Papa, - aquí lo buscan”. Entonces él lo saludó, le besó la mano y le dio un abrazo. Y el hombre, quitándose el sombrero negro que traía sobre el suyo, le dijo: - “Mira lo que te traje”, y le puso el sombrero. Celestino, extendiendo el brazo derecho hacia María, la llamó y dijo al hombre: - “Mire, papá, esta es mi hija”, y el se presentó: - José Lino Gutiérrez Adrián. Muy impresionada, María Begonia se despertó. Nunca antes había tenido un sueño tan real y tan extraño.
    
    Al amanecer, María decidió salir en busca de su papá, al que encontró, efectivamente, deshojando maíz. Se saludaron y después de pedirle la bendición, le dijo: - “Papá, vengo a preguntarle algo ¿Cómo se llamó mi abuelo?”. - “Hija, ¿Por que me preguntas eso?. - “Papá, fue que anoche soñé con él. Andaba en un burro, y me pidió que lo trajera aquí a su casa. Traía puesto dos sombreros, y cuando llegó aquí el le puso el sombrero negro que había traído para usted.”
    
    Celestino Gutiérrez se quedó un momento pensativo. Si comprendió que se trataba de un aviso, no hizo ningún comentario.
    
    El 2 de Enero salió Celestino Gutiérrez para  El Cedamo, a pie, a buscar unas lechosas para la conserva que harían en su casa el día de reyes. Esa era la costumbre. Reinaldo, a quién el quería como a un hijo, tenía casa y conuco en El Cedamo, y el siguiente día, ya con las lechosas en un saco, Reinaldo se empeñó en que se viniera en el camión del musiú José Semerene, que en ese momento salía de allá cargado de rolas de jabillo. Con Celestino se subió al camión un muchacho de Clarines, hijo de José María Méndez, que había llegado hasta El Cedamo buscando un burro que se había extraviado, y ambos se subieron sobre las rolas. La mayor parte del camino lo recorrieron bien, y así bajaron hacia el playón del río, en Boca de Guaribe, pero cuando subían por la barranca opuesta, el camión se volteó y las rolas sepultaron a Celestino Gutiérrez y al muchacho en el arenal del río.