Hasta principios del siglo XVIII la vida de la colonia fue pobre y sencilla. Con el desarrollo del comercio y de la ganadería comenzaron a formarse las fortunas privadas. A mediados del siglo había ya verdaderas fortunas.
A principios del siglo XVI el rey ordenó que los casados llevasen sus mujeres a América, y no pocas llegaron a ejercer cargos de importancia, como doña María de Toledo, que fue virreina de las Antillas; Juana de Zárate, que obtuvo por herencia el título de adelantado; Isabel Manrique y Aldonzci de Villalobos, que fueron gobernadoras de la isla Margarita; Beatriz de la Cueva, que por elección del cabildo rigió a Guatemala; la mujer de Hernando de Soto, a la cual se encomendó el gobierno de Cuba, e Isabel Barreto, caso único de almiranta.