Agustin Mendoza Martinez

• General Notes
  • La vida de Agustin parece haber estado siempre encadenada a un hado adverso. Vivió 52 años y todos en lucha constante con el medio y con la gente, tratando de superarse y de sobrevivir. Era noble y generoso, arriesgado y valiente. Conoció la cárcel y poco faltó para ir al destierro. Hombre de experiencia, superaba las dificultades con su inteligencia y extraordinario optimismo. Muy humano, familiar y afectuoso. Sin embargo, ni el hogar le proporcinó la paz que siempre buscó. Agustin falleció en Caracas, casi repentinamente, pues la enfermedad renal que padecía acabó con él en muy breve tiempo. Murió solo, en un hospital, sin asistencia médica. Una víctima mas de la fatal indiferencia que se observa en todas partes hacia el ser humano carente de recursos.
    
    Por hacerse respetar, muy joven, Agustin Mendoza estuvo preso en la Cárcel de Portugal, en Barcelona. Allí se encontró con Melesio Rojas, quien le habló de la conveniencia y de la necesidad de la oración diaria que nunca, desde entonces, dejó de practicar. Años más tarde, en Caracas, cuando la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, una patrulla de la Policía Metropolitana lo encuentra escribiendo consignas políticas en uno de los bloques de El Silencio. Es detenido, y, reincidente en esa actividad, lo tienen dos días sin comer. "El calabozo donde me tenían estaba lleno, - contó. Ya estaba oscureciendo. Me encontraba sentado en un rincón, sobre unos periódicos, con los brazos sobre las rodillas, cuando llamaron: - Fulano, salga con sus peroles rápido!. LLamaron a otro, que también salió. Y cuando llamaron al tercero yo estaba pidiendole a Dios mi libertad. Tres veces gritaron un nombre, y como no salía y volvieron a llamarlo, yo corró hacia la puerta.
    - Qué le pasa Ud., hombre?. - ¿No oyó que le llamaron?.
    - Disculpeme, - dije, tomando la cédula que me daban y caminado hacia la libertad. El corazón se me salía, y, sin prisas, paso a paso, llegue a la calle. No tenía un centavo y no recuerdo como llegue a Quinta Crespo. Esa misma noche, en un camión que salía para Calabozo, me metí. Pidiendo colas fui a tener a Los Conucos, donde estaba seguro que no me delatarian".
    
    Hace años, viajando de Caracas para Maracay, adonde íbamos para la inauguración de una exposición de pintura, en compañía de Alfredo Armas Alfonzo, Agustin nos relató ese hecho con lijo de detalles. -