Candido era hombre del campo, trabajador de ganado. Vivieron en La Encantada, cerca de Onoto, y en el Hato El Palmar, jurisdicción de Clarines. Tuvieron numerosos hijos, pero ninguno sobrevivió. Todos fueron victimas de la anquilostomiasis, el paludismo, y la fiebre biliosa o hematuria, que tantas vidas segó en aquellos lugares de la cuenca del Unare, donde en el pasado, donde criar un hijo era una empresa ardua y difícil.